Los médicos en el Párkinson, manos que ayudan en todo lo posible
El neurólogo es el mejor especialista para conocer, recomendar y tratar la enfermedad de Parkinson. Al tratarse esta de una enfermedad neurodegenerativa, su papel es vital para entender y dar forma a los años en los que la enfermedad dure,
La investigación, la preocupación y el día a día de estos médicos para el párkinson es hacer que la calidad de vida de sus pacientes sea la mejor posible. Es por ello que, cuando nos decidimos a entrevistar al doctor Diego Santos, sabíamos que accedería encantado. Solo la gente como él puede ver el potencial de dar a conocer esta enfermedad al mundo.
P: Háblanos de ti. ¿Quién es Diego Santos?
R: Soy natural de León, del año 1978. Estudié Medicina en Valladolid. La especialidad de Neurología la realicé en el CHUS (Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela). Fue allí donde leí la tesis doctoral. Posteriormente trabajé 12 años en el CHUF (Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol), y desde enero de este año 2019 trabajo en el CHUAC (Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña). Mi hija es de Coruña, luego ya soy casi gallego (se le escapa sonrisa).
P: ¿Por qué decidiste estudiar medicina? ¿Y especializarte en neurología?
R: Con 15 años acompañé a mi madre a Urgencias. Ese día me di cuenta de que ayudar a la gente es lo más grande y productivo que uno puede hacer. Esta sigue siendo la parte de la Medicina que más me gusta, saber que puedes hacer algo por los demás. Cuando aprobé el MIR dudaba entra Cardiología, Radiología o Neurología. Fue una gran decisión dado que es una de las especialidades más complejas en la que hay más cosas por conocer.
P: ¿Recuerdas tu primera experiencia como neurólogo especialista en párkinson?
R: En el 2009, fue en Ferrol, en el CHUF, cuando empecé a llevar una consulta de Trastornos del Movimiento, incluyendo Parkinson. El primer día acudió una paciente de la Asociación Parkinson Ferrol, que era la vicepresidenta, y me miró desconfiada por ser muy joven y no tener experiencia (o al menos yo lo percibí así). Pensé “yo puedo con esto y marchará encantada”. Y así fue. Hasta que cambié de centro fuimos grandes amigos. El trato humano es algo muy importante que depende de nosotros, los profesionales, y para los pacientes es fundamental. Siempre intento acordarme de cuando he tenido que estar del otro lado, como paciente o familiar. Un gesto, una sonrisa… las pequeñas cosas importan. Intento recordarlo cada día.
P: ¿Recuerdas a algún paciente en particular?
R: Un paciente que diagnostiqué de enfermedad de Parkinson a los 37 años. Muchas veces me recuerda lo que él vio el día que fue a la consulta. Él pensaba que era temblor por estrés. Cuando le di el diagnóstico vio en mi cara algo particular, y recuerdo que me emocioné, sentí un escalofrío al tener que darle una noticia así. Diagnosticar a alguien tan joven una enfermedad como esta también nos afecta emocionalmente.
P: ¿Qué preocupa más al paciente? ¿Y a su cuidador?
R: Lo primero, saber qué tiene. Los casos sin diagnóstico generan preocupación y angustia a todos, paciente, familia, pero también el médico. Una vez sabido y asumido, qué va a suceder. Cómo va a ser la evolución de la enfermedad. Es muy difícil. Si algo he aprendido es que hay enfermedades muy graves pero que a veces son curables, y desaparecen. Las enfermedades neurodegenerativas implican un deterioro progresivo y el paciente y familia se tiene que readaptar constantemente a nuevas situaciones a lo largo de su vida.
Puedes leer el resto de la entrevista, donde abordamos más profundamente el día a día de un especialista en párkinson, en el siguiente enlace.