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De qué hablamos cuando hablamos de fatiga
La enfermedad de Parkinson cursa con diversas manifestaciones, y, si tiene una peculiaridad, es la de expresarse de manera muy distinta en cada uno de nosotros. En este variado contexto, puede que uno de los primeros síntomas del párkinson que muchas personas perciban es la fatiga.
La fatiga se define como una sensación de cansancio, falta de energía o agotamiento. Se engloba dentro de los síntomas no motores de la enfermedad, y es, en muchas ocasiones, uno de los síntomas que más molestias originan en los pacientes.
Aunque puede ser uno de los indicativos de que “algo no va bien”, lo cierto es que la fatiga puede aparecer en cualquier fase de este trastorno degenerativo. De hecho, se calcula que entre el 32 y el 50% de las personas afectadas por la enfermedad presentan este trastorno, lo que hace que disminuya considerablemente su calidad de vida.
¿Fatiga y depresión?
La fatiga puede también ser un síntoma de depresión. Y es que no es fácil sobrellevar una enfermedad como el párkinson y, en ocasiones, la no aceptación de la misma puede derivar en situaciones como trastornos de sueño o depresión. Pero también puede coexistir la fatiga sin estar asociada a dichos trastornos, de hecho, son numerosos los facultativos que indican que esta fatiga podría ser un síntoma intrínseco de la enfermedad de Párkinson, un resultado de los mismos cambios cerebrales que conducen a los síntomas motores.
Tampoco debemos confundir la fatiga con la acinesia, que es la dificultad para iniciar movimientos. Las personas que sufren acinesia tienden a moverse lentamente, resultándoles difícil terminar una tarea cotidiana, pero no tienen por qué padecer fatiga.
No solo la enfermedad de Parkinson provoca acinesia, pero sí es común que pacientes con esta enfermedad la padezcan.
Cómo tratar este primer síntoma del párkinson
Desafortunadamente, aún no se ha encontrado una terapia eficaz para la fatiga. Si es cierto que actualmente existen algunas líneas de investigación en este campo, lo que nos permiten mantenernos esperanzados.
Mientras tanto, el ejercicio supone la mejor terapia para luchar contra la fatiga. La integración de la actividad en la rutina diaria de las personas con párkinson puede mejorar su cansancio. Pero debemos respetar siempre su condición previa y realizar ejercicios que se encuentren dentro de su alcance. Acciones como caminar o montar en bicicleta pueden ser perfectas para ayudar a tratar la fatiga.
Puedes consultar la importancia que tiene el ejercicio físico en los pacientes de párkinson en este enlace.
Además, adoptar ciertas rutinas, respetar un horario regular, echar la siesta y realizar actividades relajantes, como leer o ver la televisión, puede ayudar a mantener la fatiga a raya.
Controlando los efectos de la fatiga
Una buena idea al comenzar a notar la presencia de fatiga es realizar anotaciones sobre su aparición, para así poder ofrecer a nuestro médico un informe más completo con el que sea capaz de tratar de abordar una solución personalizada para nuestro caso.
Entre las preguntas que podemos realizarnos periódicamente están:
- ¿Cuándo estoy fatigado?
- ¿Cuánto dura esta sensación?
- ¿Hay algún agente externo que influya en mi fatiga?
- Del 1 al 10, ¿cómo de fatigado me siento?
Y recuerda que acudir de forma periódica a tu facultativo de confianza, así como seguir sus indicaciones y realizar un buen seguimiento de tu tratamiento, serán factores clave a la hora de afrontar la enfermedad de Parkinson y sus primeros síntomas, así como los que puedan ir apareciendo.