La importancia del diagnóstico en el Parkinson
¿Qué es el diagnóstico precoz en párkinson? La detección de forma precoz de una patología, incluso cuando no se han presentado aún las primeras manifestaciones de ésta, es uno de los pilares que suelen acompañar a un buen funcionamiento del tratamiento.
El caso que nos ocupa no contradice a esta afirmación, ya que un diagnóstico precoz de la enfermedad de Parkinson se encuentra íntimamente ligado al buen funcionamiento del tratamiento a seguir.
En este proceso podemos hablar de tres frases delimitadas en las que una paciente puede ser diagnosticado.
El diagnóstico temprano por excelencia: fase pre-sintomática
Esta fase corresponde a aquellos pacientes que están desarrollando la enfermedad de Parkinson pero que todavía no han desarrollado síntomas, ni motores ni no motores. En la actualidad no es posible hacer un diagnóstico presintomático de la enfermedad, aunque se está investigando cómo hacerlo.
La clave es, si en el futuro tenemos un tratamiento que pueda ralentizar la enfermedad o frenarla, será muy importante aplicarlo pronto, cuando no hay síntomas, con el fin de retrasar su aparición o bien que no aparezcan. Un ejemplo de fase presintomática es el portador de una mutación que no tiene síntomas pero que está perdiendo neuronas dopaminérgicas. El DATScan es una prueba que puede ayudar a tener esta información pero debe ser solicitado por un experto dado que la interpretación y las consecuencias de la misma deben ser adecuadamente gestionadas en un sujeto sin síntomas.
La fase premotora: no hay temblor
Como su nombre indica, en esta fase son diagnosticadas las personas que aún no sufren los síntomas motores de la enfermedad (los que más tipicamente se asocian esta), pero sí sufren de otros, ya que la degeneración neuronal está avanzando.
Es más, se calcula que, antes de que aparezca el primer síntoma motor, ya se han perdido entre el 60 y el 80% de las neuronas productoras de dopamina del núcleo estriado, lo que representa tan solo una prueba más de la importancia de comenzar un tratamiento de manera temprana.
En esta fase existen múltiples técnicas de diagnóstico por la imagen que se pueden utilizar, entre ellas el SPECT, la Ecografía transcraneal o la Resonancia Magnética. Ninguna confirma el diagnóstico, pero pueden ser de utilidad. En la actualidad todavía no se está haciendo un diagnóstico premotor de la enfermedad, pero si es algo en lo que también se está investigando en gran medida.
Es común que en esta etapa aparezcan síntomas no motores pero que tienen gran impacto en el día a día de las personas que los sufren, como son:
- Hiposmia o pérdida de olfato. En más del 90% de los casos el olfato se encuentra alterado en el momento diagnosis.
- Estreñimiento. De difícil consideración por parte del facultativo, ya que puede preceder hasta 25 años a la aparición de los síntomas motores de la enfermedad.
- Alteraciones del sueño. Estos trastornos del sueño son variados y pueden ir desde hablar en sueños a realizar movimientos bruscos mientras la persona se encuentra dormida (conocido como trastorno del sueño REM).
A ellos debemos sumar los trastornos del estado de ánimo, que se observan con frecuencia antes de la aparición de los síntomas motores. Las más claras manifestaciones de estos trastornos serían la depresión o la ansiedad.
Fase motora y síntomas motores
En esta etapa los pacientes con párkinson ya han desarrollado una serie de síntomas motores de la enfermedad, cuya máxima representación es el temblor, pero al que también acompañan otros.
De ellos, los que primero suelen aparecer, son la dificultad al caminar o para moverse, la rigidez e imposibilidad de movimiento (lo que tradicionalmente se denomina ‘quedarse quieto’), la falta de expresión facial, mareos o desmayos o el encorvamiento de la espalda.
No te cortes, actúa
Como ves, un diagnóstico precoz en el Parkinson facilitará enormemente la actuación de fármacos y de los distintos tratamientos existentes para paliar y controlar los síntomas del párkinson.
Por todo ello es importante no aplazar la consulta al médico y acudir a nuestro facultativo de referencia ante la mínima sospecha de cualquiera de los síntomas descritos. Y es que “más valen cien porsiacaso, que un yopenseque.”