En este artículo hablaremos sobre:
- Cuando debe empezar a tratarse un afectado.
- Cuál es el mejor fármaco para empezar.
- Como debe gestionarse la medicación.
La medicina ha realizado importantes avances en la farmacología para esta enfermedad
El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa crónica. Esto significa que sus síntomas empeoran con el paso del tiempo. Los medicamentos en párkinson actuales no curan esta enfermedad, pero si hacen que el empeoramiento de la calidad de vida sea menor, y que los diferentes signos sean controlados.
Muchas dudas surgen a pacientes y a sus cuidadores respecto a la toma de medicación.
Medicamentos en párkinson, ¿cuándo se vuelven necesarios?
Una regla no escrita dice que una persona debe empezar con la medicación cuando los síntomas empiecen a interferir en su vida diaria. Factores como la edad, la severidad con la que avanzan los síntomas y otros pueden cambiar totalmente la necesidad de tratamiento para el párkinson. Aquí es donde entra en juego el papel del neurólogo.
Un correcto tratamiento alarga la esperanza de vida a la de la población normal.
El neurólogo es el especialista que se encarga de realizar el diagnóstico de párkinson. Por lo tanto, es el profesional indicado para determinar cuando es conveniente comenzar con la toma de fármacos y el resto de actividades que el paciente necesita. Nunca se debe tomar una decisión así sin consultar al médico.
¿Qué medicamento suele recomendarse al principio?
La levodopa lleva varios años posicionada como el fármaco más efectivo para controlar los síntomas. Este precursor de la dopamina produce una mejoría inicial de los signos de la enfermedad de Parkinson. Entre sus otras características se encuentran que es bien tolerada y su efectividad, ajustándola según el avance de la enfermedad, persiste durante toda su duración en mayor o menor medida.
Ningún otro fármaco ha demostrado ser tan beneficioso como la levodopa, pero, de nuevo, es el neurólogo el que debe recomendar qué medicamentos para el párkinson debemos tomar. Cada caso es individualizado y único. Por ejemplo, si el paciente sufre de párkinson con un debut precoz cuando es bastante joven, se puede plantear empezar con medicación diferente a la levodopa con intención de evitar efectos de la toma de fármacos que aparecen a largo plazo, como sería un agonista dopaminérgico (pramipezol, ropinirol, rotigotina) o un fármaco IMAO-B como la rasagilina.
En general la introducción de medicamentos en párkinson siempre es progresiva y muchas veces se van añadiendo diferentes tipos. Al final, es frecuente que un paciente pueda estar recibiendo diferentes fármacos combinados, pero con un fin común: compensar la falta de dopamina a nivel cerebral.
¿Cómo gestiono la medicación en el párkinson?
A medida que aparecen los síntomas avanzados de la enfermedad, más complicado en controlar la medicación requerida. Las fluctuaciones entre momentos OFF y momentos ON son cada vez más frecuentes, lo que se traduce en la necesidad de ajustar la medicación o realizar otro tipo de terapias.
Además puede que el procedimiento ante la enfermedad, al requerir de diversos fármacos, suponga algunos efectos secundarios, como la alteración del sueño, efectos gastrointestinales o incluso problemas de control de impulsos. Insistimos en que el papel del neurólogo será clave en este supuesto, pues él realizará los ajustes o incluirá nueva medicación para tratar la enfermedad. No obstante, con la evolución de la enfermedad y cuando el paciente envejece hay que tener en cuenta que, si aparecen ciertas complicaciones como problemas cognitivos, alucinaciones, mareos, u otras, a veces hay que bajar y/o retirar medicación.