La musicoterapia en el párkinson: entrevistamos al grupo La Desbanda

El valor de seguir adelante

La enfermedad de párkinson cuenta, actualmente, con distintas líneas de investigación que buscan aportar un tratamiento a la distinta sintomatología con la que cursa la enfermedad. Además, son muchas las terapias que ya existen y que alivian estos síntomas. Pero hoy queremos hablaros de una muy especial: la musicoterapia en la enfermedad de Parkinson.

La musicoterapia utiliza la música como vía central de una terapia que busca, además de trabajar la motricidad de los pacientes, ofrecer también un espacio sociabilizador donde sentirse aceptados y reforzados.

De esto sabe mucho Manuel Colomina, miembro fundador del grupo de rock La Desbanda que guarda la particularidad de que todos sus músicos, incluyendo a Manuel, son también pacientes de párkinson. Hemos podido charlar con él para que nos cuente esta aventura que comenzó hace más de 5 años y que ha llevado a este grupo a tocar ante más de 3.000 personas. Todo un ejemplo de fortaleza y constancia. Pasen y lean.

Musicoterapia, párkinson y metas

¿Cómo surge la idea de formar un grupo?

Yo estaba en una asociación con otros pacientes de párkinson, en donde teníamos terapias de logopedia y fisioterapia, pero donde nació la necesidad de buscar también otro tipo de terapias más ‘alternativas’. En plena búsqueda dimos, de casualidad, con un cartel que anunciaba clases de música “para gente con necesidades especiales”. El cartel me hizo gracia y así llegue a Oliver Sanz, quien fue nuestro profesor y el culpable de que hoy estemos aquí.

Di una primera clase de batería y me encantó. Volví a la asociación y arrastré a algunos de mis compañeros a estas clases. A los meses Oliver nos dijo que de ahí sacábamos una banda de rock. Imagina la risotada generalizada. No teníamos aún ni idea de música.

¿Nunca antes habías tocado algún instrumento?

Antes de llegar aquí, lo único que sabía de música era encender la radio. Como anécdota, la navidad antes de comenzar con el grupo, mis amigos ni siquiera me dejaban cantar villancicos.

¿Qué aporta pertenecer a La Desbanda?

Si no conviviéramos con el párkinson seríamos un grupo de amigos que se juntan para hacer una actividad. Cuando te diagnostican la enfermedad se te acorta de pronto tus expectativas en cuanto a calidad de vida y casi te dicen que te resignes, que vas a tener una vida de la cama al sofá y del sofá a la cama.

Además te jubilan, algo que para muchos de nosotros es un problema que genera falta de autoestima. El poder pertenecer a La Desbanda genera un quehacer diario emocionante, una sensación increíble de pertenencia y satisfacción.

Experiencias con armonía musical

Habéis llegado a colaborar con grupos de la escena como Marea, referentes en el rock patrio, ¿cómo es ese momento de conocer a artistas tan consagrados? ¿Se sorprenden ellos al conoceros y veros tocar?

Al poco de estar juntos como banda, hicimos una canción y a Oliver se le ocurrió llevarnos a Pamplona a grabar con “unos amigos”. Resultó que estos amigos eran gente eran Kutxi Romero (Marea), Pedro (La Fuga), Aurora Beltrán, Carlos Tarque (M-Clan), Iker Piedrafita (Dickers), es decir, lo mejorcito de la escena.

Recuerdo que cuando le dije a mi hijo que íbamos a conocer a todos estos artistas me miraba como diciendo: mi padre se ha vuelto loco.

¿Cómo fue esa experiencia?

Kutxi Romero llegó cuando estaba yo grabando la batería, y mientras yo estaba tocando se puso a recitar un verso de la canción. Recuerdo que, literalmente, se me paralizaron los brazos de la emoción. ¡Al año de aprender a tocar la batería! Mi hijo, además, nos acompañó en ese viaje y es un momento que recordaremos toda la vida.

De todos estos años con La Desbanda, ¿con que momento te quedas?

Ha habido momentos muy duros, y muy emotivos también, pero me quedo con uno relacionado con la Fundación Curemos el Parkinson, cuando nos invitaron a abrir el concierto en el Velódromo Luis Puig en el que tocaban, entre otros Mikel Erentxun o La Unión. La gente que yo he escuchado toda la vida.

Pero lo que más me impresionó fue salir al escenario y oír el rumor de casi 3.000 personas a oscuras, en silencio y sentarte a la batería. Fue un momento increíble, un sonido (tres mil personas en silencio) y una imagen (la cara de mi hija, a quien pude ver entre el público) que no se me olvidará nunca.

Una labor, un compromiso

Si pudieras dar un consejo a otras personas que conviven con la enfermedad de párkinson, ¿cuál sería?

Con el párkinson de lo que me he dado cuenta es que te cambia estrepitosamente la vida, sí o sí. No puedes hacer nada para que no te lo cambie. Lo que si puedes hacer es encontrar el sentido a ese cambio. Yo me considero un privilegiado de la enfermedad por la evolución que lleva y por el estadio en el que estoy al cabo de 10 años. Pero es que en tu mano está que el cambio no sea negativo.

Si hago una valoración de mi vida, los últimos diez años no son los peores. Ha cambiado muchísimo mi vida, pero no es peor. Soy consciente de que puedo a ir peor hasta este momento mi vida no ha cambiado a peor.

Y lo que también me gustaría compartir es una reflexión para todos nosotros, que es: si quieres, puedes. Esto es lo que nos gustaría transmitir. Y creo, que gracias a La Desbanda, lo estamos consiguiendo.

Seguiremos muy atentos a la evolución de este maravilloso grupo, un ejemplo más de que la vida no tiene porqué pararse por el párkinson.